martes, 24 de abril de 2012

Caída de pelo -entre otros-



En algún momento de mi vida se me ocurrió aniquilar mi pelo rubio. Si, para quienes no lo saben, yo tengo el pelo rubio. Ceniza le dicen algunos, mi mamá asegura que era dorado... la verdad, ya se me olvidó. Cometí el sacrilegio a los 15 años cuando me puse a pololear con el que sería mi primer amor. El era gótico y le gustaban las niñas de pelo negro... supongo que en mi inocencia -y estupidez- quise transformarme en la imagen perfecta de sus ensoñaciones satánicas, sin embargo, no hice más que transformarme en una morticia de barrio alto -ojo, sólo el barrio, lo guachaca siempre en la mente. 

No me arrepiento, aun tengo mi cabello negro y a mi parecer, siempre es bueno arriesgarse. La idea es no hacerlo por terceros, sino por ti misma, pero es una moraleja que tenía que aprender precisamente en base a la experiencia. 

Bueno, sin desviarme del tema vuelvo a lo importante: el pelo. (En otra ocasión -y cuando les interese- hablaré de mi pasado darks y mis estigmas adolescentes) 

Empece con tinturas normales. El pelo virgen no suele tener problemas cuando se lo colora; brilla y es manejable, podría atreverme a decir que queda aún más hermoso cuando se lo tintura porque -aun que usted no lo crea- las tinturas muchas veces ayudan al cabello maltratado (si usted tiene una amiga punk con el pelo destrozado, podrá darse cuenta que cuando ocupa tinturas normales se le arregla harto el pelaje).  

A medida que fui creciendo, intente probar cosas nuevas (?). Nunca me atreví a decolorar el cabello por completo, es un asesinato. Probé con mechas de colores, siempre se parte así, de a poco y con cautela, casi con miedo, con una sonrisa diabólica en el baño de tu casa mientras tu mamá, inocentemente, cree que estás alisandote el pelo. 

Como era de esperarse, terminé decolorando mi pelo por completo. El mérito es que lo hice casi 5 años después de hacerme estupideces por primera vez en la cabeza (pude aguantar la tentación). 




Admito que el morado era hermoso -adjunto foto- pero de estar a la cintura, llegó a estar sobre las bubies. No me importó, estaba como chica de básica saliendo con uno de cuarto medio (embobada, idiota, tristemente esperanzada). Sin embargo, aquel sueño maravilloso tenía que llegar a su fin y eso ocurrió precisamente cuando un día como hoy, se me ocurrió decolorarme las raíces.

Nota mental: Subrayar esto y tatuarme-lo en el cuerpo.

Jamás, pero jamás te quedes viendo una película con el decolorante en la cabeza. Si ya es grave decolorar, es aún más grave dejarte el menjunje por casi 1 hora. Me di cuenta tarde. Cuando me saqué la mezcla amarillenta, mi pelo también caía con el agua. 

Mi pelo. Se caían aproximadamente 100 pelos
 (que contaba en el cepillo) 
 El pelo dejó de brillar y se empezó a caer. Entre en pánico y decidí teñirme negro con la esperanza de recuperar mi belleza -efectivamente había quedado transformada en un animal silvestre ,sin hogar, escondida en una cobija con miedo a salir y asustar a los niños.  (Figúreme con el pelo morado y las raíces amarillamente secas).


En ese tiempo de mi vida- 5 meses atrás- pensaba que tarde o temprano quedaría calva y que tendría que ir al centro a comprarme una peluca pobre y sentirme toda una trava.... pero eso no pasó, muy por en contrario, mi pelo se recuperó.

El secreto es más simple -pero algo costoso- de lo que cualquiera piensa. Tome nota y espere la actualización, porque esta bella durmiente se va a su cama a soñar con futuras entradas de blog y tiempo para comprar zapatos.



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